A ver… Al veterinario hay que ir cuando es necesario y punto. Ni más, ni menos. Ni cada dos por tres por cualquier tontería, ni cuando el perro o el gato está en las últimas y hay casi que resucitarlo. Y esto te puede parecer de sentido común, pero te digo que es el día a día de una clínica veterinaria.
Después de más de 30 años, vendí mi clínica. Para seguir haciendo lo que me gusta y se me da bien, de otra forma, mejor y más. Porque no quiero que nadie me exija hacer cosas innecesarias a los animales, ni andar solucionando problemas realmente graves que podrían haberse prevenido de forma natural y fácil. Por esto, y porque no me gusta poner vacunas, pero eso te lo cuento si te suscribes a mi lista de correo.
EL PODER DE CUIDAR
You have successfully joined our subscriber list.
Sí, has leído bien, la impotencia.
La que se siente cuando ves que le pasa algo a tu amigo de cuatro patas y no sabes qué es, y te gustaría que te hablase y te dijese “me duele la barriga porque ayer, mientras estabas distraída mirando el móvil, aproveché y me comí una deliciosa porquería de la calle…”
O la que se siente cuando, sabiendo que ayer se comió una porquería, no sabes si es grave, ni qué es lo más conveniente… Y encima es domingo y no hay veterinario de guardia, o sí lo hay, pero te va a costar un pastón, y lo mismo no es nada importante…
O cuando te dan el diagnóstico y es malísimo. Y te dan varias opciones, sin mucha explicación, la justa, y no tienes ni idea de cuál es la mejor. Y te decides por una, porque es la que más te han recomendado… Y resulta que sale mal…
Y la impotencia más grande. La de ver a tu mejor amigo en los últimos años de su vida, con achaques, cada día más viejito, y no saber qué puedes hacer para hacerle la vida más fácil, para evitarle un poco de dolor. Y pensar que hagas lo que hagas un día no va a estar… Y no saber si ese momento ha llegado… Y si tienes que ayudarlo… O sólo acariciarlo y dejarlo ir.
Si no has sentido nunca nada de esto, deja de leer y ponte con otra cosa, pero antes deja que te diga que es porque nunca has tenido un “amigo de cuatro patas”. Quizás has tenido animales, pero no has establecido un vínculo con ellos. Y, realmente, no sabes lo que te estás perdiendo. Sí, a pesar de los malos momentos, los buenos compensan con creces, y con una buena guía los malos se pueden vivir de otra forma.
La preocupación, la ansiedad, el miedo, la culpa, la frustración, la tristeza… una mezcla de todo esto es lo que trae la mayoría de las personas cuando llegan a mí.
Y a mí me encanta enseñarles a usar el sentido común, la responsabilidad y la libertad, de manera sencilla y natural, para que sean capaces de tomar las mejores decisiones, para que puedan crear y mantener la salud, y sobre todo para:
EL PODER DE CUIDAR
You have successfully joined our subscriber list.
Te voy a enviar correos con historias reales, de mi día a día, de las que me han hecho llorar, o enfadarme, o tener que irme a otra habitación para desahogarme con una compañera… También las hay de risa, éstas casi siempre con un poco de tragedia previa.
Te voy a hablar de diagnóstico y de tratamientos, desde una visión holística. De medicina natural, homeopatía, acupuntura… De alimentación, de vacunas…
Vamos, como si estuvieses en la consulta conmigo. Historias llenas de aprendizajes y pistas para que puedas ir recuperando tu poder.
Te compartiré mis reflexiones. A veces te podrá parecer que no tiene nada que ver con el tema, pero es que…
Me fascina descubrir al humano a través de lo que me cuenta el animal con el que convive.
Y, a veces, muchas, los animales me traen a su humano…
Nunca he hecho publicidad de ningún tipo, ni he pedido un testimonio. Me resulta incómodo, pedirlo y que me lo pidan. Cuando quiero dar algo lo doy de forma natural. Tengo por costumbre decirle a la gente cuando me gusta cómo lo hacen.
Tampoco he hecho nunca fotos ni vídeos del antes y el después. Cuando he estado ante un problema sólo he visto algo a solucionar y me he puesto a ello con todos mis sentidos. Ni se me ha ocurrido tener algo que demostrase los resultados. Han sido los clientes los que me los enviaban cuando veían los cambios increíbles.
Estos testimonios son regalos de personas reales, que han confiado en mí y a los que he acompañado durante sus vidas con sus amigos de cuatro patas. A muchos los he ayudado a nacer, y también a morir, porque caben muchas vidas, de principio a fin, en 30 años.
Desde que vendí la clínica, muchos de los clientes me han dicho que si yo no estaba se iban a otra, y mi respuesta siempre ha sido: “Yo no estoy en otra clínica, puedes encontrar un veterinario mejor que yo, (y mucho peor también, aunque esto no suelo decirlo, pero es así), pero ninguno como yo.”
Y yo estoy ahora aquí.
EL PODER DE CUIDAR
You have successfully joined our subscriber list.
Todos los derechos reservados a Marién Bulo 2024